Hoy a media noche
le contaré mis penas
a la luna,
dedicándote cada una
de mis lagrimas.
Invoco tu recuerdo
con el alma,
esperando que arribe
al ansioso llamado.
Y tu recuerdo llega
con la neblina,
lo reconozco casi por instinto,
y con celo me encamina
por un excéntrico lugar,
comenzando así el periplo.
Con desasosiego busco
besar tu recuerdo,
con un movimiento brusco
y efímera sutileza
atiendo mi propósito.
Tu recuerdo es sereno,
que me permite recitarle
los últimos versos
con goce pleno.
Los minutos pasan lento,
tu recuerdo se debilita
y yo entristecido
disfruto del último momento.
Esta será la última vez,
porque cuando llegue el alba
tu recuerdo se habrá ido.
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