jueves, 7 de octubre de 2010

La Maldición Eterna

El día es un eterno agonizar,
y la noche una eterna fiesta sepulcral,
deseando la sangre de los mortales incautos,
todos son mi alimento, mi banquete,
ellos saciaran mi sed; la sangre es mi vino de consagrar;
mi único alimento.

Mi alegría es el dulce agonizar de la gente moribunda,
al encajar mis colmillos como sables,
en la piel de una joven doncella, para arrebatarle su vida.

Su muerte no será en vano,
ya que mi sed será saciada;
mi inmortal vida seguirá vagando
entre las tinieblas, hasta encontrar la paz.

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