martes, 26 de abril de 2011

Condesa muerta.

Un dolor profundamente manchado que he soñado,
ostentó la extinción, castigo de la vida,
dejando poca fuerza para sellar esta tumba hecha ruinas...

Pero el néctar envenenado que hay dentro de mí
me impulsa el deseo fervoroso y el propósito mórbido de buscar
a través de vestiduras de tela de araña el lugar donde ella se desvanece,
Diosa del cementerio, de la tempestad y la luna.
En intachable belleza fatal, su propia faz obliga
a contemplar un cielo donde compañías de fantasmas cayeron
para llevar luto por la pérdida del dios en el más negro terciopelo
arropado por su caída como una delgada silueta.

"Fugaz, ennsombrecido,
eres conocedor de mi pecado.
Secretos mudos, ¿inflingiríais vosotros
las crueles luces del día sobre mi piel?
¿No deseas adorarme
con sacrificio carmesí
de forma que mi vulva se estremezca contra tu beso
y llore con vida recién encontrada?"


Rosas rojas para la ramera del Diablo...

Ángeles oscuros saborean mis lágrimas
y susurran réquiems hechizantes
suavemente a mi oído.
Las luminiscencias de leño podrido han atraído abominaciones aquí...

Pulso nocturno
Mis venas se derraman en sus aguas
desgarradas por los labios por mí más amados.

Inundado en sus pérfidas orillas
donde una sombra axfisiante sobre las estrellas
tiñe de ébano las tumbas donde los amantes se prostituyen
como el serafín y Nahemah..

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