martes, 26 de abril de 2011

escrito 8...

Esos intrusos me produjeron una extraña sensación.
Salieron de no sé dónde en pocos instantes,
pequeños alargadas formas cuya masa se arrastraba
iniciaban en mi cuerpo una invasión.
otros, tan diminutos y a la vez tan perturbantes
volaban alrededor de mi cuerpo que no respiraba.

El olor fétido sofocaba el aire de la oscuridad.
Qué poco espacio en esa caja de madera
sobre la cual una larga cinta negra caía
y donde pude leer mi nombre con incredulidad.
Ya decía yo que este frío no era una cosa pasajera,
no era del ambiente sino de mi médula que venía.

El silencio callaba el discurso que afuera rugía el viento
allá adentro solo había ausencia de sonidos.
Ahora estoy aquí paseándome sobre las tumbas,
letras y números grabados en mármol o cemento.
Con razón yo a la gente no inmutaba los sentidos
parecía que me moviese en la peor de las penumbras.

Si, recuerdo cuando pasaba por su costado
tiraba sus ropas pidiéndoles una mínima atención
de mí salieron lágrimas, insultos y alaridos
pero nisiquiera giraban su cara hacia mi lado.
Los Otros me lo dijeron, pero no entendí su explicación
no les creí, pensé que todo era una pesadilla de gemidos.

Pregunté: -"Si estáis muertos por qué habláis tan normal?
por qué os veo? por que escucho vuestro andar?
no se supone que el espíritu o alma
no tiene ninguna forma material?
que no se puede ni sentir ni oler ni tocar?"
a mis dudas respondió alguien con calma:

-"No nos notan los vivos aunque estemos cerca de ellos
no molestamos su tranquilidad
aunque nos metamos en sus sábanas o en su respirar.
Tu ya rompiste la existencia, viste los últimos destellos?
Ya diste tus primeros pasos en la eterna oscuridad
o eterna luz... como la quieras llamar."

-Y dije: "Pero anoche estuve con mi amado! en sus brazos,
diciéndole que nunca quiero perderlo
que ni estando muerta lo abandonaría
tarde o temprano se encontrarían nuestros pasos
que cambiaría mi salvación por de nuevo verlo
y desde cualquier lugar a su lado regresaría.

-"Eso sucedió como lo dices, pero no ayer.
moriste en el intento por salvarlo
cuando su vida se llevaban en medio de tu llanto
Te desangraste junto a él mientras lo veías palidecer
unas sombras lo arrastraban y no podías liberarlo
al tiempo tu ser perdías dejando por tierra un rojo manto.

Lo estrechaste contra tu pecho, desesperado intento,
tus dedos su espalda con fuerza oprimían
tratando de con tu piel cerrarle la mortal herida.
No lograste devolverle el aliento
Sus ojos se cerraron, su corazón ya no latía
y vuestras manos se soltaron sin una despedida.

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